Escribir "algo" sobre Rodolfo Alchourrón es para mí muy difícil, lo imagino antes de empezar casi imposible. Me pongo a hacerlo sin saber si podré, si lograré algo inteligible y que pueda servir de algún modo a la diversidad de gente que accede a una página en Internet.
Además que desde mi experiencia personal, mi enfoque sobre el personaje será obligadamente parcial y subjetivo.
Por lo tanto me propongo -se me ocurre ahora- escribir informalmente, sin pretender redactar algo coherente con una finalidad específica, sino lo que vaya recordando libremente. Ojalá salga algo ameno para quienes lo lean, o interesante.
.
Conocí a Rodolfo en los años sesenta/setenta desde la platea, oyendo a una Big-Band que él dirigía "con un saco ROJO" una vez, otra a alguno de sus conjuntos (Sanata y Clarificación), otra vez oí algún jingle suyo ("Chacarera Telelito TV", la cortina institucional de Canal 13), alguna otra cosa, y personalmente alguna vez acompañé al común amigo Bernardo Baraj quien habría ido a tratar con él algo profesional relativo al conjunto que mencioné. Es decir que Rodolfo no me conocía a mí en esa época (yo tendría 20, venti-pico de años) y yo a él sólo como músico.
.
Cuando me fui de Argentina en 1979/80 pasé 15 días por Nueva York (donde él estaba, pero no lo traté de contactar) para retirar unas trompetas y un saxo, y yéndome a Roma. Allí viví y trabajé un año y pico, y le escribí a Rodolfo, (quien insisto no me conocía) pero me alentó vivamente ante mis dudas e inquietudes a irme hacia New York: -"Venite! -recuerdo su frase TEXTUAL- que con todo lo que vos hacés con la música, seguro que con algo de todo éso te va a ir bien! Y no hagas caso de 'todo éso que dicen!', ésta es una ciudad como Buenos Aires o cualquier otra, tan segura o insegura o lo que sea como cualquiera!"
.
Yo me decidí entonces a viajar por su gran estímulo, y él y Analía (su esposa) me estaban esperando en el aeropuerto (sin conocerme más que por esa carta, vuelvo a repetir) y me llevaron a vivir a su casa hasta que yo encontré mi ubicación.
.
Allí comenzó una gran amistad, ayuda, compañía, compartir muchas salidas, cenas, charlas, visitas, constantes consultas mutuas y opiniones sobre nuestras tareas, e irnos a ver a algunas de nuestras respectivas actuaciones. (Rodolfo fue el único que me vio dirigir música sinfónica en EEUU, género al cual más me dediqué y especialicé; además de conocer y compartir mi trabajo de orquestador allá.
Él hacía algunos trabajos para una banda de Haití, y "cambiamos figuritas" sobre temas de composición que yo le consultaba, y él a mí sobre orquestación.) Además de montones de otras cosas.
.
Aquél nos resultaba un medio muy árido en el aspecto afectivo, social, y en otros aspectos; situación compartida por muchos de nuestros compatriotas/colegas/amigos conocidos. (Analía me contó que "Rodolfo LLORABA cuando se fue de Argentina".) Pero para Rodolfo (y me incluyo) mucho peor, porque él por su modo particular de ser no tenía demasiada relación con mucha gente, además de su óptica particular y severa sobre muchas cosas.
.
Su vida en ese medio fue muy dura. Trataba de difundir, de algún modo 'imponer', su música a través de su conjunto "Southern Exposure" (ver foto en esta página). Lo cual le costaba mucho dado que tenía muy poco eco en ese público, que no lo iba a oír, sino que era, y que es, un público que se inclina por las cosas que ya conoce y que le son habituales y familiares cuando va a oír música o a divertirse. Pero él seguía siempre 'SU' sendero, sus ideas, su tarea; le fuese bien o mal, sabía muy bien lo que quería. Desgraciadamente le fue algo mal para su gusto (ya que hacer hizo muchas cosas, entre ellas tocar con Piazzolla y algo más) durante ese tiempo; pero no creo que ese hecho haya sido determinante para regresar a la Argentina, ya que allá compartía y gustaba de muchos otros aspectos de la vida.
.
Yo estuve siete u ocho años allá, discontinuados, y en la última etapa él ya había regresado y perdimos el contacto, que retomamos aquí lamentablemente en los últimos meses de su vida, en que sólo hablamos por teléfono.
.
Con Rodolfo los que lo conocimos y tratamos en el grado que relaté perdimos a un gran y profundo amigo, incluyendo su carácter chinchudo a veces, incluyendo sus arranques. A un amigo del cual podíamos esperar cosas (que nosotros necesitásemos, o pedidos que él necesitase) al grado de la incondicionalidad total.
.
Tal vez una sola frase, que puede pintar su carácter y su modo de pensar: al regresar en uno de mis viajes aquí lo vi en la puerta del Teatro San Martín donde él iba a actuar. (Estaba el Minichillo.) Yo lo consulté en un aparte sobre la juventud de mi novia a quién le presenté, y a quien yo le llevaba 22 años, algo así como 24 "contra" 46. Y él me dijo breve, conciso y terminante sólo tres palabras: "NO HAY FÓRMULAS". Yo sé que yo ya tenía a esa edad bastante de una personalidad ya formada (bastante) en esa "orientación", digamos. Pero la contundencia y concordancia con su opinión me lo mostraron a Rodolfo en toda su espontaneidad en todo su 'estilo'.
. . . . . . . . . . . . . . . . . .
.
Y así podría seguir contando cosas, impresiones, recuerdos, pero por lo personales no creo sean de interés... tal vez.
No. Yo si lo escribí pienso que sí. Por lo tanto haciéndole honor al homenajeado digo: "Yo sí voy a hacer publicar ésto que escribí, porque yo lo hice convencido que TIENE que resultarle interesante a quien lo lea. (Y si no le resulta que no lo lea.)'Okei'?!"
Y es más: ahora que cité una frase célebre *aquí* arriba del *quía* homenajeado, me acuerdo que al poco tiempo de ese hecho a mí se me ocurrió una sentencia así breve y se la dije, y él me felicitó y me la aprobó muy alegremente!; fue cuando le dije mi frase:
-"LA MÚSICA NO SE HABLA, SE TOCA"- © GCH, (en clara alusión a los que "explican" la música, que necesitan "justificarla" y "hablarla" hasta el hartazgo, porque tal vez no están muy seguros de qué y cómo la tocan.... si ella habla por sí misma; ¿no?...)
.
Mientras escribía miré constantemente la foto de "Southern Exposure" y esa alocada carta que les pasé [ver más abajo], y no puedo dejar de trasladarme por un momento a aquéllo, pero por otro lado de seguir en lo mío recordando al amigo, como si me acompañara siempre con sus frases, con sus ocurrencias, con su bronca por lo malo-lo chabacano-lo injusto del mundo, y con su alegría de vivir. Y con su ejemplo que nunca olvido. CHAU. -Gerardo.

Gerardo Chiarella